martes, 5 de marzo de 2013

Catalina, nuestra “hermana mayor” comprometida con la vida y el conocimiento.



“Soy baja de estatura, pero de espíritu soy grande…” Esta es la mejor descripción que en sus propias palabras podemos hacer de Catalina Gil Dingula, una Instructora SENA perteneciente a la etnia Kogui – Arsaria, que con 46 años de edad, enseña el bellísimo arte de la elaboración de mochilas autóctonas Kogui.

Ella desde el año 2006, hace parte de nuestra institución, “para mí es muy lindo e importante lo que yo trabajo, a mí me gusta tratar con la gente, tener su cariño”, nos cuenta entusiasmada sobre su labor de enseñar, en donde lo más importante que transmite a sus aprendices es a abrir el corazón.

Catalina fue criada en la Sierra Nevada de Santa Marta por su abuela Elizabeth Nolabita, y aunque no sabe leer ni escribir, le da gracias a Dios porque le dio el maravilloso don de aprender, “mi abuela me capacitó en muchas cosas lindas, aprendí en caminos, ríos, en diferentes sitios, y lo más valioso que tengo es mi mente”.

Esta mujer a pesar de su estatura – 1 metro con 8 centímetros – fue capaz de hacer una vida normal, tiene una hija de 23 años y dos nietos de 8 y 5 años de edad; nada le queda grande, ella nos cuenta que su físico fue consecuencia de un accidente producto de la envidia a sus 17 meses de nacida y que no perdió la vida gracias a la intervención divina de Dios, y nos reitera, al conversar con ella, en tono muy seguro: “a mí no me da pena ser pequeña…”


Su compromiso con la enseñanza es arraigado en su deseo de compartir con las personas y cuando se le pregunta por Dios, responde con una sonrisa, “lo único diferente es como nombramos a Dios, pero todos los creyentes en Él somos iguales.”, y nos comparte su cultura al hablarnos de SERANKUA, mamo o dios principal que repartió como herencia las tierras del mundo y las semillas que se tenían que sembrar para poder subsistir, la Sierra Nevada es casa sagrada y allí comenzó la familia humana, siendo SERANKUA el primer padre de esta comunidad indígena. “Yo recibo todo alimento para mí espíritu y le doy gracias a Dios todos los días, Él es mi padre que me acompaña siempre; la misma conciencia dicta lo que la biblia expresa…”, analiza ella en su sabiduría, la misma que desea transmitir a nosotros, sus “hermanos menores”.

Esta gran mujer siente un muy especial aprecio por la entidad, nos dice que no se quiere retirar del SENA, ya que gracias a este puede visitar a quien necesita aprender llevándoles su conocimiento, y a pesar de que no sabe leer, interpreta de forma admirable el logo símbolo de nuestra institución, “en esa imagen veo unión, la cabeza es la mente, si pensamos unidos y nos llenamos de buenas cosas, podemos entregar conocimiento a todos los colombianos, ojala que todos los que trabajamos aquí, lo podamos entender de esa forma…”, ese es su mensaje a los muchos amigos que tiene en el SENA, quienes como ella dice, es imposible nombrar a unos pocos puesto que  muchos la quieren y somos muchos quienes admiramos a Catalina, nuestra “hermana mayor”.